Frente a Buli se extendía el inmenso
océano azul, él se sentía muy pequeño ante tanto mar. Era un barquito de papel
que Arturo, un niño de ocho años había fabricado aquella tarde para ponerlo a
navegar en un charquito frente a su casa. Apenas había puesto el barco en el
agua, cuando escucho que lo llamaban a merendar, y lo dejó allí, aguardando su
regreso.
La brisa de la tarde lo fue empujando, primero recorrió
la calle hasta desembocar en una alcantarilla, navegó entre nauseabundos olores
hasta que llegó al rio, entonces sonrió,
al menos podía respirar la brisa que se colaba entre los matorrales, siguió
navegando hasta que se encontró allí, donde empecé esta historia, frente a la
inmensidad azul del mar.
A Buli le gustó aquella sensación de libertad. ¿Qué más
podía desear un barquito de papel que poder surcar los mares? Le gustaba el
color, la frescura, el reflejo de las nubes sobre el mar y ese color intenso en
el cielo cuando caía la tarde y el sol se hundía rápidamente en el mar.
Cuando el sol se ocultó por completo comenzaron a
brillar las estrellas y las sombras de la noche lo envolvieron, Buli se sentía
un poco temeroso y deseaba regresar donde Arturo lo había dejado pero no sabía
cómo hacerlo.
Iba navegando sobre las olas cuando sintió que algo lo
salpicaba. Prestó atención para saber que ocurría y escuchó un suspiro.
-¿Quien
anda por aquí? – preguntó Buli.
-Soy
Alicia ¿No has oído hablar de mi? Soy muy famosa.
-Lo
lamento Alicia, no soy de por estos mares-se disculpó el barquito.
-Ya lo
imaginaba, nunca había visto un barquito tan pequeño en este océano, por eso
decidí saltar y conversar contigo. Como ves yo también soy pequeña, pero
también puedo ser grande eso no tiene nada que ver, además soy muy lista porque
conozco muchos mundos- Alicia hablaba demasiado y Buli estaba un poco
confundido.
De pronto se le ocurrió que si era tan lista quizás
pudiera ayudarlo a regresar junto a Arturo. Buli le pregunto a Alicia tímidamente.
-¡Arturo!
Claro que se dónde está. Para llegar hasta Arturo debemos tomar impulso sobre
la ola más grande del océano, esa ola suele llegar por aquí a media noche,
tenemos que estar preparados, será una altura muy, muy grande. ¿Quieres que te
acompañe?
-¿Puedes?
¡Claro que me gustaría! El barquito se sentía afortunado de haber encontrado a
su nueva amiga, hasta ese momento solo había tenido la compañía de Arturo y
sentía que lo había perdido. Esperaba poder recuperarlo con la ayuda de Alicia.
Buli estaba un poco preocupado con eso de
la gran ola, el impulso y todo aquello, pero si Alicia era tan inteligente
tendría que confiar en ella.
Cerca de media noche se prepararon y Buli
siguió cada una de las recomendaciones que Alicia le iba dando.
-Escúchame
bien Buli, faltan pocos minutos para que llegue la gran ola, cuando sientas que
nos elevamos cierra los ojos y repite conmigo
“multiversomultiversomultiversomultiverso” sin parar hasta que lleguemos a donde
Arturo.
El barquito no sabía que pensar, Alicia
era un poco extraña pero no le quedaba otro remedio que seguirla en su intento.
De pronto, sintieron una corriente helada
que pasaba debajo de ellos,y el rugir delas profundidades revolviendo la espuma
de las olas
-¡Ya viene
Buli!- y a dúo comenzaron a pronunciar “multiversomultiversomultiverso”
Sintieron que se elevaban más y más con el impulso de la gran ola, y de pronto ¡estaban
flotando!
El barquito abrió los ojos y solo vio un
inmenso manto negro salpicado de luces brillantes.
-¿Que ha
pasado Alicia? ¿Dónde estamos?
Alicia sonreía satisfecha señalando una gran estrella
color naranja.
-Mira
Buli, lo hemos logrado ¡aquí esta Arturo!
-Disculpa
Alicia, pero no veo a Arturo, y ésta tampoco es la calle donde vive-murmuró muy
triste el barquito.
-¿De qué
calle hablas Buli? Una estrella no puede vivir en una calle, ellas suelen vivir
en el multiverso y aquí estamos- Alicia parecía enojada.
-Alicia,
Arturo es un niño, es mi amigo y tiene ocho años, no es una estrella.
-Buli, ¡puedo
jurarte que Arturo es esa estrella fascinante que esta frente a nosotros!
-Pues será
otro Arturo, no “Mi Arturo”- Buli habló con tal firmeza, que Alicia se dio cuenta de su error.
-Lo
lamento Buli, cuando nombraste Arturo, siempre pensé que te referías a la
estrella náutica, es muy hermosa y siempre había querido venir a conocerla,
ahora reconozco que no te pregunté y di por sentado que lo sabía todo. Tengo
que aprender a escuchar a los demás-admitió Alicia.
-¿Y ahora
como regresaremos?-preguntó el pequeño barco.
Alicia se colgó de una estrella a pensar
mientras Buli daba vueltas en torno a
ella. Era divertido navegar entre estrellas titilantes.
-¡Ya tengo
la solución!- Alicia se columpiaba y reía a carcajadas mientras Buli la miraba
con un poco de desconfianza, temía un nuevo disparate de su amiga.
-Esperaremos
a la próxima estrella fugaz, y viajaremos con su impulso, cuando el cielo se
vea azul nos detendremos en una nube y luego lloveremos sobre la calle donde
vive Arturo. ¿Qué te parece la idea?
El confundido barquito no sabía que decir, eran muchas
aventuras a la vez y no sabía si algo tan descabellado podía funcionar. Alicia
parecía tener la solución a cualquier problema, realmente era una niña muy
inteligente.
Tal como planeo Alicia, lograron subir a la estrella
fugaz Vieron nacer el día y surcar el cielo azul, se bajaron sobre una nube,
allí se revolcaron y saltaron porque sentían que era de algodón, de vez en
cuando Alicia enterraba sus rubios cabellos a través de la nube para poder ver
hacia abajo. De pronto el barquito
sintió que ella saltaba dentro de él, como la primera vez en el mar. Apenas
había sido ayer y a él le parecía un largo tiempo.
Comenzaron a bajar, casi suspendidos en
una tenue llovizna hasta que Buli se sobresaltó con un sonido intenso de
campanitas repicando a su lado.
Estaba en un extraño lugar. Una mano apagó el sonido y
se volvió a esconder bajo la manta. Era Arturo, estaba en su habitación,
acababa de apagar su despertador.
- ¿Cómo pude llegar hasta aquí? ¿Y
Alicia? – se preguntaba Buli.
Miró
a su alrededor, estaba en la mesita de noche sobre un libro que decía “Alicia
en el país de las maravillas” Arturo acababa de despertar y lo miraba
sonriente, a su lado Alicia en el cuento también parecía sonreír.
EVA
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