miércoles, 11 de mayo de 2011

La conversación

Las nueve y cuarto de la noche de un viernes más. Un timbre como tantos suena en la ciudad. Mientras se aguarda una respuesta una llave abre, otra vez, una puerta de vidrio. Un metálico “¿quién es?” se escucha por ahí y unos borsegos apresuran su paso. La meta: una puerta que se cierra en cámara lenta. Una vez más un hombre abre una puerta para dejar pasar a una mujer. Y otra vez más, dos desconocidos emprenden un viaje juntos.
¿A que piso? Se pregunta él mientras sus dedos acarician el décimo pulsador de una desgastada botonera. El noveno control es el siguiente en ser presionado por ella. Su mirada sumergida en el pozo más profundo. Y la de ella perdida en el infinito reflejo de los espejos enfrentados.
¡Que ojos! Mientras cierra las puertas de la cabina.
- Gracias.
Un pequeño sacudón y la travesía en marcha.
Me parece que no vivís acá.
Que rico perfume. ¿Cuál era?
Ella reposa su cuerpo contra el espejo, sus manos se cruzan y sus dedos inician aquel cíclico juego de espera. El sonido de la maquinaria en movimiento musicaliza la escena.
Nunca antes te había visto, y vengo seguido.
Segundo,…tercero…
¿Noveno qué?
Me gusta…
El respira profundo y mira el techo del ascensor donde el acrílico blanco difuma la luz, gira su reloj pulsera y sin ver mira la hora.
¿Que hora es?
Sos hermosa.
Ella se acomoda una vez más. El la mira, pero no a los ojos, sino a su eterna repetición.
Me parece que sos tímido. Vuelve a sacar el llavero de su cartera.
El mira más abajo aún, solo ve sus desgastados borsegos marrones.
Quinto…sexto…
¿Venís seguido al edificio?
¿Por que no salimos juntos uno de estos días? Nos encontramos acá y vamos a tomar algo.
Me gustaría verte de nuevo. Séptimo…octavo…
¿Por que tan rápido? ¿Por que no se parará? Noveno…
Sus manos se apresuran a alcanzar las manijas y abre las puertas decepcionado.
Al pasar junto a él, le hace un último regalo. Su perfume lo abraza, lo seduce.
Se cierra la primera puerta, la segunda la sigue.

El silencio reinante se quiebra por primera vez.
- Gracias.
- No, de nada. Chau.


Matías Bacalov

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