jueves, 2 de junio de 2011

El Planeta Octubre (I)

Subieron a ese tren, cabeza de dragón, cola de serpiente. Reían, y ese AVE de ferias daba otra vuelta, y sonaban carcajadas, el ferrocarril de la alegría aceleraba y la mujer gritaba, el pequeño la imitaba, la miraba y la adoraba al mismo tiempo. Yo lo veía. Otra vuelta, más felicidad, más gritos y más velocidad, para llegar siempre al mismo punto. Ignoraban el destino, disfrutaban, abrazados, del camino, sin querer llegar a la meta, sin importar adonde les llevara ese  círculo vicioso lleno de amor. Destellos, millones de destellos de sensaciones que me salpicaban y me empapaban de vida... Te amé más, y más lo adoré a él.
 El chiquitín miraba sin entender tanto giro, pero quizás, calado por la lluvia de sentimientos, sonreía, sus ojos irradiaban amor. Se palpaba la unión, el halo de fuerza que se formaba entre los cuatro. Pero sentí que faltaba una punta del dibujo, y lo invoque. En la distancia “pensé fuerte” en él, y su esencia vino a mí, ahora si estaba todo, estrellas de colores que el ojo humano no distingue iluminaron el entorno, y nos visitaron sus primeros pasos, los primeros pasos de los tres, y nuestro primer beso en Hollywood. Sus primeros dientes, sus primeras risas. Y también nuestras miles de carcajadas, y nuestras lágrimas y las de ellos, pero no eran tristes, eran lágrimas pasadas que con el tiempo se volvieron felices. Y sus cumples y sus fiestas. Nuestro primer hotel en Lagos se reflejó en el sol, nuestra primera noche se revivió en la Luna que ya se asomaba desafiando al astro rey. Tampoco se quisieron perder el maravilloso espectáculo los “rebampagos” de Jesús, ni los “saquetines” de Manu, hasta los “baala” de Nico vinieron corriendo. Tu primer “te amo”, ese que de sentido, me desgarró el corazón.
El Pentágono perfecto, girando sobre sí mismo, subiendo y subiendo hacia el futuro azul, celeste, como sólo es el cielo de mi Sevilla, desprendiendo, a su paso, el espíritu de Eolo. Buenos Aires te trajeron a mí y ahora me lo recordaban con los olores del tomillo de nuestra casa. También expandía tu dulce olor a miel y el singular aroma de cada uno de los tres.
Y sentí. ¡Y de que manera! ¡Sentí!
El movimiento fue cesando, mi sentir se fue adormeciendo y llego la paz.
La paz y la revelación,  el vértice más feliz en ese viaje del tren del dragón, fui yo.
Mica, Jesús, Manu, Nico, sin vosotros sería un ángulo triste y perdido. Os amo
Para ti Micaela, te lo debía.
Carlos Valdés Cervantes.

5 comentarios:

  1. Carlos es realmente precioso. Cuanto amor! Que bello poder trasmitir toda esa ternura, felicidad y alegría por compartir tu vida con tus seres queridos. Son realmente afortunados de ser amados con esa intensidad. Enhorabuena, peazo ezcritor.
    Diana

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  2. Sientes y haces sentir, es palabra y esencia al mismo tiempo es AMOR lo que viertes en tu tinta.
    A ti y a tus protagonistas un abrazo

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  3. Son esas palabras tan hermosas, que siempre me habéis dedicado, las que me hacen SEGUIR. Muchísimas gracias Diana. Muchísimas gracias Eva. Muchísimas gracias a nuestra pasión por permitirme conocer a tan GRANDES personas, y más GRANDES escritoras.
    Un abrazo muy grande.

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  4. la mayoría de las veces no se que decir. Por lo visto todas las palabras se quieren ir con el. Se a ciencia cierta que nadie puede amarte mas que yo. Gracias mi vida.

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  5. Cuánto sentimiento transmites con tus palabras!!!..espero que algún día el mundo las conozca!!!!...gracias por permitirme entrar en ellas y emocionarme....

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